Ana Santiago, CEO de la ingeniería industrial vasca, apela a la responsabilidad de todos para desarrollar nuevas capacidades que ayuden a los profesionales a ser más polivalentes
Sisteplant es una compañía familiar de Servicios de Ingeniería Industrial con 35 años de andadura, cuatro centros de fabricación y 160 personas en plantilla entre Euskadi (su sede se encuentra en el Parque Científico y Tecnológico de Bizkaia), México y Brasil. Con una facturación anual de 12 millones de euros, esta empresa vasca se encuentra inmersa en estos momentos en plena readaptación de su modelo de negocio a las actuales circunstancias. Un contexto desconocido e inquietante que exige “realismo y pico y pala”, pronostica su consejera delegada, Ana Santiago.
¿Le asusta lo que está viendo estos días en el ámbito empresarial?
Asusta un poco en la medida del shock que hemos tenido todos pero igual es el momento de replantearnos la forma en la que estamos haciendo las cosas y aprender a potenciar las capacidades que ya teníamos y que igual las teníamos en letargo. No nos queda otro remedio.
¿En qué situación están ustedes?
Estamos intentando continuar con el servicio que veníamos dando a nuestros clientes teniendo en cuenta las restricciones que tiene la movilidad de las personas, los desplazamientos y demás. Pero al mismo tiempo estamos repensando cómo vamos a poder trabajar a futuro y cómo vamos a poder potenciar ciertas capacidades que podemos aportar en la distancia. La forma de trabajar con nuestros clientes ya ha cambiado y debemos asumirlo cuanto antes.
¿Qué cree que va a hacer falta sí o sí para salir de esta situación?
Vamos a tener que replantear nuestros modelos de negocio cada uno en su sector y replantear también las cadenas de suministro. Ya hemos visto estas últimas semanas que se han producido problemas de abastecimiento en algunos países, por eso a partir de ahora, posiblemente, nos vayamos a encontrar con modelos logísticos totalmente diferentes. Así que vamos a tener que desarrollar y potenciar nuestros proveedores locales y aprender a industrializar productos que como antes tenían muy poco valor añadido se deslocalizaron en su día. Todo eso va a implicar que tengamos que desarrollar capacidades para industrializar de forma mucho más ágil y eficiente, reinventar parte de nuestro servicio y aprovechar lo que ya teníamos. Procesos y servicios que ya dominábamos pero a los que ahora hay que sacar mayor partido.
Y a las personas, a los trabajadores, ¿qué nos va a tocar hacer en este contexto de readaptación?
Creo que vamos a tener que desarrollar nuevas capacidades que nos ayuden a ser más polivalentes, pues los procesos van a necesitar más flexibilidad, rapidez y agilidad, y eso, necesariamente, va a exigir que seamos capaces de llevar a cabo tareas diferentes a las tradicionales.
Pero eso ya era una necesidad antes de que estallara la pandemia, ¿no?
Efectivamente, así era. Con toda la transformación digital y la manufactura avanzada que venía era necesario potenciar capacidades, conocimientos y polivalencias, y eso se va a incrementar. El dominio de la tecnología ahora va a ser todavía más necesario y estoy convencida de que nos va ayudar a desarrollar nuevos modelos de negocio y de servicio.
A los miembros del consejo de administración de Sisteplant suele recordarles que la industrialización de las empresas va a ser el gran reto tras esta crisis… ¿A qué se refiere?
Hemos visto ejemplos de cómo ciertos sectores se han reinventado a lo largo de estas últimas semanas y han comenzado a fabricar nuevos productos que eran necesarios, especialmente para el sector sanitario, a una gran velocidad. Por eso a futuro, y con la intención de garantizar suministros para que la industria siga funcionando, tendremos que plantearnos nuestras capacidades y ser capaces de saber qué otras cosas podemos fabricar y cómo vamos a adaptar nuestros medios a ese reto.
¿Tiene una idea más o menos clara de cómo Euskadi va a salir de esta crisis?
Euskadi tiene una cultura industrial fuerte y el empleo industrial es un empleo que tracciona a otros muchos sectores. Pienso que cada sector va a tener que enfrentarse a sus propios retos, que entre otros van a pasar por activar, reorganizar y reinventar nuestra potente base industrial. Si todos lo hacemos de forma adecuada, seremos capaces de activar la industria y traccionar de paso al resto de sectores.
Euskadi ya cuenta con experiencia en otras crisis…
La tenemos, claro, e igual que tenemos el conocimiento y los pilares. La pata industrial es una buena palanca para reactivar el resto de la economía.
En estos tiempos de tanta incertidumbre, si tuviera que mandar un triple mensaje a la clase política, a sus colegas los empresarios y a los sindicatos/trabajadores, ¿qué les diría?
A la clase política le diría que es necesario potenciar el sector industrial porque es uno de los factores del bienestar de cualquier región: crea empleo de valor añadido y tracciona a otros muchos sectores, como he señalado antes. En Euskadi supone un 17% del PIB y emplea a 19% de la población. Y también les diría que no olviden el I+D a largo plazo y los planes de tracción empresarial a medio plazo. Las ayudas que recientemente se han puesto en marcha son un primer paso, pero es posible que haya que pensar en planes de desarrollo orientados a subsectores más concretos que permitan diversificar productos y acceder a nuevos mercados, buscar sinergias intersectoriales y potenciar las cadenas de suministro locales.
¿A los empresarios?
Que tenemos un gran reto para mejorar nuestra competitividad, y que es necesario actuar con inteligencia y creatividad, pero también con previsión y realismo. Hay diferentes escenarios que potencialmente tendremos que enfrentar, y si somos hábiles, muy posiblemente seamos capaces de identificar acciones que son comunes en todos ellos. No olvidemos donde estábamos hace unos meses, pues seguro que hay planes que teníamos en marcha y que a día de hoy siguen teniendo sentido o ¡incluso son aún más necesarios. En este escenario, el miedo o una precaución excesiva no nos pueden frenar ya que podríamos llegar a contribuir a generar aún más caos. Así pues, cada uno de nosotros tendremos que buscar la ecuación de equilibro entre la viabilidad de la empresa que dirigimos, los retos de mercado y de suministros que tendremos que enfrentar y la evolución futura de las circunstancias. Pero siembre con realismo e ilusión. En esta ocasión, y más que nunca, toca hacer pico y pala y sobre todo no parar la rueda.
Y finalmente, ¿qué les pediría a los trabajadores?
Les pediría empatía con los retos que las empresas para las que trabajamos tienen que enfrentar para garantizar el empleo y los medios para resurgir. También flexibilidad, porque si la forma en la que hemos trabajado estas semanas ha cambiado, posiblemente cambiará aún más en los próximos meses. Solicitaría así mismo actitud hacia la polivalencia, pues ahora toca remar todos en la misma dirección. Y al igual que a los empresarios, les pediría realismo y pico y pala. En estos momentos, todos tenemos que tener una visión extendida de la solidaridad con las empresas que han hecho planes para mantener el empleo, con los que están trabajando en condiciones muy diferentes a las habituales o con los que han perdido su empleo y lo tienen que recuperar…
¿Qué cree que vamos a aprender como sociedad y como empresa de toda esta crisis?
Creo que ya hemos aprendido lo frágil que puede ser nuestro sistema económico y sanitario, y la necesidad de tener planes que evalúen riesgos potenciales con realismo en todos los ámbitos. También podemos sacar en claro cómo nuestras vidas pueden cambiar de la noche a la mañana y de cómo somos capaces de adaptarnos…
De forma colectiva, cooperando…
Espero que hayamos aprendido, si aún no lo hemos hecho, que la unión hace la fuerza y que es necesario cooperar, coordinar actuaciones y ser solidarios, pues los problemas se superan con positivismo, trabajo y esfuerzo por parte de cada uno de nosotros. Evidentemente nada será gratis y todo requerirá esfuerzo, pero cada uno puede aportar en su parcela de trabajo y no podemos esperar a que otros actúen por nosotros.
Para pymes, para diversificar mercados, becas en el extranjero, licitaciones internacionales, subvenciones a fondo perdido para afianzar la exportación, ayudas para implantaciones o formación específica en internacionalización.
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