La internacionalización está al alcance de empresas de cualquier tamaño y sectores diversos. Naivan Transformados Metálicos representa un ejemplo de libro. Se creó hace 13 años en el polígono de Júndiz, en Vitoria-Gasteiz, con apenas dos trabajadores y una actividad dedicada a la producción de calderería y soldadura, como tantas otras decenas de compañías similares en Euskadi. Sin embargo, su fundador, Alfonso Ruiz de Gordoa, aspiraba desde el primer momento a “generar más valor añadido”, a “diversificar al máximo” y “alcanzar mercados exteriores”.
Hoy, después de “mucho esfuerzo”, Naivan ya no se puede considerar una calderería. Realiza trabajos en acero al carbono, acero inoxidable y aluminio, y ha evolucionado a la par que crecía su radio de acción, su clientela y la diversidad de sectores para los que trabaja. Se ha convertido en un fabricante de maquinaria capaz de hacer productos cada vez más complejos -como sistemas de automatización- y en proveedor sobre todo del mundo del ferrocarril y de la construcción de maquinaria.
Fruto de ese salto cualitativo, la empresa alavesa ya da empleo a casi 100 personas y se ha internacionalizado de forma espectacular; “en torno al 80-85%” de toda su facturación. Con la producción concentrada en sus instalaciones alavesas, tiene presencia en múltiples países europeos como Italia, Suiza, Francia o Finlandia, e incluso Chile. También entre los fabricantes ferroviarios radicados en Euskadi.
Naivan ha crecido de forma sostenida en un margen pequeño de tiempo. En ocasiones se ha apoyado en el asesoramiento y ayudas de la SPRI, así como de la Cámara de Comercio y SEA, y sobre todo en una mentalidad que le lleva a “no acomodarse”, incide Alfonso Ruiz de Gordoa.
En línea con esa forma de actuar, la compañía ya se está preparando para el siguiente reto: aumentar su capacidad para diseñar máquinas. Ha dado algunos pasos incipientes en ese terreno, al colaborar con un cliente italiano dedicado a la fabricación de láser de tubo para el rediseño de una máquina. “No es fácil. Pasar a esa siguiente fase nos exige mucho, pero si quieres estar en primera línea hay que trabajar sin descanso”, reconoce el director general.
En Naivan son conscientes de que el proceso de internacionalización requiere sus tiempos. En un primer momento, “es complejo entrar en un país nuevo, con un mercado que no te conoce. Pero ese es el camino. A la larga merece la pena”.
Actividad pese al Covid-19
El esfuerzo de la internacionalización también tiene premio, y en concreto en momentos en que la demanda se contrae. En las últimas semanas, a raíz de la crisis sanitaria del Covid-19, la industria ha sufrido un revés. Sin embargo, Naivan Transformados mantiene la actividad con cierta normalidad. Ruiz de Gordoa considera que en el entorno más próximo puede “sacudir más que en el resto”. Por eso, prefiere adoptar una postura precavida, y pensar que “lo lógico es que en algún momento nos lleguen un par de meses regulares”. Pero la realidad es que “de momento no, estamos trabajando como siempre”.
¿Y qué hay de la I+D? La empresa de Júndiz no rehúye de ella, al contrario. No obstante, de momento sus esfuerzos los enfoca en “la mejora de procesos”. Las siguientes fases están a la vuelta de la esquina.
Para pymes, para diversificar mercados, becas en el extranjero, licitaciones internacionales, subvenciones a fondo perdido para afianzar la exportación, ayudas para implantaciones o formación específica en internacionalización.
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