Azti, miembro de la alianza vasca BRTA, ha desarrollado una gama de soluciones alimentarias innovadoras dirigidas a las personas con cáncer, teniendo en cuenta no sólo los requerimientos nutricionales de los pacientes sino también sus alteraciones sensoriales, promoviendo así el placer de comer y tratando de prevenir la malnutrición. Se trata de ONCOFOOD, un proyecto que busca evitar o mitigar la malnutrición a través de una gama de soluciones dirigidas a cubrir las necesidades nutricionales especificas del paciente oncológico. Además, esta iniciativa trata de remediar las alteraciones del gusto y el olfato, entre otras funciones, enmascarando sabores extraños (sabor metálico), ensalzando el sabor para quienes pierden el gusto o facilitando la producción de saliva en pacientes que presentan sequedad bucal.
“Ya sea por el tratamiento o por la propia enfermedad, los pacientes de cáncer suelen experimentar efectos secundarios adversos, tales como pérdida del gusto, mal sabor de boca, sabor metálico, llagas en la boca, vómitos y pérdida del apetito”, detallan desde este centro tecnológico, que forma parte de la Red Vasca de Ciencia, Tecnología e Innovación (RVCTI). Según ellos, estos efectos pueden ocasionar un “gran impacto” en la ingesta diaria de alimentos: “cuando comer deja de ser agradable se come menos y, por lo tanto, el riesgo de sufrir malnutrición, algo que obstaculiza notablemente los procesos de recuperación, es mayor”, alertan.
Actualmente, el mercado de la nutrición clínica ofrece productos de apoyo nutricional (generalmente batidos o purés), pero estos no abordan el placer de comer ni las preferencias alimentarias de cada paciente. ONCOFOOD propone como alternativa productos que puedan integrarse en el día a día de los pacientes, como sopas, cremas, bebidas, condimentos o postres, y que se consiguen mediante “la combinación de ingredientes adecuados y tecnologías innovadoras, permitiendo la elaboración de estas soluciones únicas y seguras”.
Según remarca el equipo investigador, “es un proyecto muy centrado en el paciente”, por lo que la compañía está trabajando mucho, tanto con ellos como con los profesionales que se encargan de su cuidado, “para diseñar con ellos las soluciones más adecuadas que lleguen a cubrir sus necesidades”.
Hasta la fecha Azti ha puesto en marcha sesiones grupales para conseguir identificar las mayores dificultades que presentan estas personas a la hora de alimentarse, permitiendo a los investigadores priorizar la tipología de productos a desarrollar. El objetivo final es lanzar al mercado aquellos productos que parezcan tener mayor aceptación, para utilizarlos de manera habitual en estos casos, extrapolarlos a otros grupos poblacionales o incluso a pacientes de COVID-19, que también sufren de alteraciones de gusto y olfato y problemas de deglución.
Azti es el encargado de coordinar este proyecto europeo financiado por el consorcio europeo EIT Food junto a las universidades de Reading en Reino Unido y Varsovia en Polonia; las empresas Maspex (Polonia) y Natural Machines (Barcelona); y Onkologikoa y la AECC de Bizkaia.
La tecnología 3D como solución
Además, el proyecto emplea tecnologías alimentarias innovadoras, como la impresión en 3D, con la finalidad de conseguir alternativas para los pacientes que sufren disfagia o que necesitan temporalmente una dieta blanda después de un procedimiento quirúrgico. Mediante esta tecnología de fabricación aditiva empleada en el ámbito de la alimentación, se podrá lograr una serie de comidas y aperitivos aptos para pacientes con los síntomas descritos, pues “permite personalizar el contenido de cada plato con los nutrientes deseados, distinguir sabores y también proporcionar la textura adecuada para cada caso, haciendo menos monótonos los menús de quienes requieren comida en formato puré”, explican desde el centro tecnológico.
La impresora 3D tiene el tamaño de un horno de cocina y dispone de unas cápsulas donde se carga la comida que habitualmente se utiliza en los hospitales. Mezclando el contenido de las diferentes cápsulas, y gracias a un sistema de alta precisión, se consiguen la textura y el diseño deseado en tres dimensiones. “Actualmente es capaz de imprimir un plato en 10 minutos, pero estamos trabajando para reducir este tiempo y así mejorar el servicio”, detallan los investigadores del proyecto.
Con el fin de impulsar la innovación entre las empresas vascas, desde pymes hasta grandes compañías, el Grupo SPRI cuenta con diversos programas y ayudas como Hazinnova e Innobideak que pueden ser consultados aquí.
Para pymes, para diversificar mercados, becas en el extranjero, licitaciones internacionales, subvenciones a fondo perdido para afianzar la exportación, ayudas para implantaciones o formación específica en internacionalización.
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