Okin es una fábrica industrializada de pan en Euskadi, que cada día saca al mercado medio millón de panes precocidos congelados que se distribuyen principalmente en las grandes superficies. La empresa ha recibido una ayuda del programa de ciberseguridad industrial del Grupo SPRI, que desde hace tres años cuenta con Basque Cybersecurity Centre (BCSC) como impulsor del ecosistema vasco de ciberseguridad y por tanto también de este programa de apoyo económico.
La empresa surge en 1994 en Hernani para la fabricación de pan y en 2001 se traslada a sus actuales instalaciones en Zumaia. “Empezamos con una visión industrial y tenemos ahora cinco líneas [para la fabricación del pan], la última implantada desde 2011. Dimos un salto cualitativo al trasladarnos a Zumaia”, afirman Miguel Ángel Gil, director financiero, y Natalia Urdamplilleta, responsable de marketing.
Su producto es el pan y los clientes son tanto las grandes superficies como lo que denominan el canal largo, a través de mayoristas y distribuidores, que llevan el pan a la restauración, tiendas de barrio y panaderías.
Okin fabrica un pan precocido congelado y “el supermercado le da el último toque al cocido, lo hornean. Nuestro core ha sido el precocido, pero, para atender a las necesidades del mercado, hacemos también un pan cocido al 100%. Ya no tienen que hornear”.
El sistema de congelación, con una temperatura controlada, respeta totalmente el producto, destacan. “No utilizamos ni aditivos ni conservantes”. Okin, líder en España en el mercado del pan rústico, trabaja como un obrador, pero a gran escala “y con ingredientes naturales. Renunciamos a la producción de pan blanco con harinas de baja calidad.”
Una fábrica de pan industrializada no tiene precedentes en Euskadi, aunque en el Estado tienen una fuerte competencia. “Somos los cuartos en el ranking, con una producción de 48.000 toneladas en 2020”.
La compañía trabaja en lo que llaman el flujo tenso, aplicado solo a las grandes superficies: desde que se tramita el pedido hasta que se entrega pasan 24 horas. Okin, con una capacidad productiva de 90.000 toneladas anuales, saca al mercado medio millón de panes al día. De sus instalaciones salen a diario 25 tráileres.
Desde enero pasado, gestiona otra planta de fabricación de pan en Salvatierra, llamada Ogimania Sur, “que es un contrato de arrendamiento a largo plazo que lo controlamos al 100%”.
Esta ampliación ha elevado la facturación anual de 44 millones de euros hasta los 48. Las exportaciones alcanzan el 15%, principalmente a Francia, pero también a otros países cercanos como, Italia, Austria o Bélgica. La plantilla está conformada por 220 trabajadores y cuentan con un departamento de I+D, “que está integrado con las áreas comercial y marketing, y es algo muy positivo en Okin. Trabajamos con centros tecnológicos para estar al tanto de cualquier innovación. Nuestra I+D va más encaminada a desarrollar nuevos productos”.
Okin se integra en el grupo Indaux, que se dedica a herraje de cocinas. “Somos la división de alimentación, junto con Urkabe y Benetan (Renteria), del grupo; ellos inventan, fabrican y comercializan sistemas de herrajes para muebles de cocina y nos aportan el know how más técnico e industrial a nosotros.”.
Los responsables de la empresa destacan su apuesta por el desarrollo sostenible. “En el semáforo nutricional, en Nutriscore, estamos en el semáforo verde. En todos nuestros panes tenemos un Nutriscore A o B. Estamos adheridos al programa de AECOC para reducir la huella de carbono en un 20% en nuestros procesos logísticos, que pesa mucho no solo por los 25 camiones diarios sino por los congelados. Usamos energía verde 100% renovables. En economía circular, el desperdicio de pan rallado lo reutilizamos para otra empresa del grupo, Benetan, para san jacobos o croquetas”.
“Cada año pasamos la auditoria de la IFS, que es una norma de seguridad alimentaria muy exigente. No basta con prepararla para el “examen” debemos mantener a lo largo del año unos estándares muy rigurosos en fábrica”..
La ayuda del programa de ciberseguridad industrial del Grupo SPRI se ha dirigido a adecuar la infraestructura para securización industrial de “la organización de las máquinas que tenemos en planta. Está a punto de terminar”, explica Ion González, responsable de Sistemas de Okin. Y es que la fábrica está altamente automatizada, con una decena de robots que, por ejemplo, en el envasado de los panes, trabajan casi sin personal humano.
Los retos pasan por dedicarse más al pan cocido. “Hacer una chapata que no deba tener ese horneado final y que haya que descongelar y listo”. Otro de los objetivos es aumentar la vida útil del pan, garantizando la estabilidad microbiológica y sensorial. «Y por supuesto sin aditivos y manteniendo la calidad actual”.
Para pymes, para diversificar mercados, becas en el extranjero, licitaciones internacionales, subvenciones a fondo perdido para afianzar la exportación, ayudas para implantaciones o formación específica en internacionalización.
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