Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), el 70% de los casos de alzhéimer que aún son leves están sin diagnosticar, y una detección temprana de la enfermedad permitiría instaurar tratamientos no farmacológicos que ralenticen el deterioro cognitivo de los pacientes. Ese es precisamente uno de los objetivos de Geroa Diagnostics, una empresa biotecnológica nacida en Vitoria en 2015 que ha desarrollado una herramienta para ayudar en el diagnóstico de este tipo de demencia.
En concreto, Geroa Diagnostics ha descubierto y validado el primer biomarcador salival con capacidad potencial para ayudar en el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer. “El principal hito ha sido encontrar una proteína en la saliva de los pacientes que ayuda a determinar ese riesgo inherente a tener la enfermedad”, explica Gorka Orive, uno de los fundadores de la startup alavesa y profesor asociado de la Facultad de Farmacia de la UPV/EHU.
El biomarcador está basado en una técnica de bajo coste y no invasiva que facilita la realización de este tipo de pruebas. “El procedimiento es muy sencillo: básicamente hay que tomar una muestra de saliva, y con un kit que actualmente ya se puede comercializar, se cuantifican las concentraciones relativas de esa proteína (lactoferrina), lo que ayuda a determinar si existe un riesgo alto o no hay riesgo de padecer la enfermedad”, detalla Orive.
La primera fase del trabajo de Geroa Diagnostics ha consistido en hacer estudios clínicos de análisis y de validación con pruebas en pacientes adscritos a ensayos clínicos. Su utilización no ha llegado todavía a la población común porque, según explica Orive, “es un camino largo, con importantes exigencias regulatorias, pero también es verdad, que sobre todo después de la pandemia la aparición de nuevos marcadores periféricos está siendo una tendencia, tanto en saliva, como también en sangre en la enfermedad de Alzheimer”.
Con esta perspectiva, el objetivo de Geroa Diagnostics para los próximos meses es introducir este nuevo producto en el mercado, “con un profundo esfuerzo en activar las vías regulatorias para ir aprobando poco a poco la tecnología en diferentes países”, concluye Orive.
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