Aratubo es una compañía de peso en Álava con más de 50 años de experiencia en la fabricación de tubos de acero soldado de precisión y una clara vocación multisectorial. Con sede en el polígono industrial de Júndiz, 180 personas en plantilla y presencia en más de 20 países, el crecimiento que ha venido protagonizando en los últimos tiempos ha sido relevante en cuanto a cifras y valores. Sin ir más lejos, ha pasado de disponer de una a tres naves (todas ellas suman 70.000 m2) y presenta una capacidad productiva de 115.000 toneladas de tubo al año con destino a Europa, Norte de África, México y Rusia. El 90% de todo lo que produce se destina en estos momentos a la exportación, destaca su gerente, José Manuel Romero.
¿Cómo les van las cosas teniendo el convulso 2021 que se está a punto de cerrar?
La situación es buena a pesar de que la situación, efectivamente, está siendo muy complicada debido a factores no previstos como los sobrecostes de la factura de la luz, la falta de suministros y materias primas, los problemas en la logística naviera… Está siendo un año muy complicado pero afortunadamente a nosotros, que llevamos una línea y una trayectoria muy definida en cuanto al afianzamiento de un modelo de negocio claro y coherente, no nos está afectando tanto y vamos a cerrar un año bueno.
Más allá de los datos propios en cuanto a niveles de producción, plantilla o número de sedes, ¿cómo podríamos definir Aratubo en estos momentos?
Somos una empresa joven, moderna y muy flexible que lleva muchos años trabajando y poniendo en el centro de todas sus decisiones al cliente y al servicio que queremos darle. Que esa experiencia sea positiva y se consolide resulta algo estratégico para nosotros.
¿En qué momento se dieron cuenta de la necesidad de cambiar su modelo de negocio, de ser un commodity a un fabricante de producto final?
Se produjo en un contexto de crisis, podríamos decir. En concreto en la de 2008, año en el que a pesar de empezar muy bien durante el primer semestre, que fue muy bueno para toda la industria siderometalúrgica, el desenlace final en el segundo semestre con una bajada muy acusada de los precios hizo que sufriéramos un golpe terrible. Eso marcó un punto de inflexión y desde Grupo Arania, al cual pertenecemos y que acumula 80 años de experiencia en el sector, se decidió que teníamos que cambiar y hacer algo distinto. Y ahí se reforzó la idea de la multisectorialidad, que como valor de empresa siempre hemos tenido muy presente, dando como resultado un producto con más valor, un producto más técnico que nos permitió diferenciarnos de la competencia.
Los tubos de precisión que fabrican, ¿a qué clientes van destinados?
Tenemos tres tipologías de clientes: el primero, la distribución pura y dura, el producto más estándar; luego trabajamos mucho con la automoción, que para nosotros es un sector clave, pues supone aproximadamente el 35 % de toda nuestra facturación; y el resto lo dedicamos a clientes que fabrican producto final, desde aplicaciones como rodillos de manutención, hasta tubo vinculado a almacenes logísticos, mobiliario de alta gama (las mesas ergonómicas de Ikea, por ejemplo) o, como industria esencial, tubo para mobiliario hospitalario. Aunque muchas veces no caigamos en ello, si echamos un vistazo a nuestro alrededor comprobaremos que estamos rodeados de tubo.
¿La tendencia pasa por convertirse en su caso en una suerte de fabricante-proveedor integral?
Podría decirse que sí. Actualmente estamos suministrando pieza final a clientes y en el caso de la automoción esta es una clara tendencia que viene impulsada y promocionada por los clientes Tier 1, que están demandando un servicio integral de toda la cadena de suministro.
Son ustedes una empresa con una alta capacidad de consumo energético… En ese sentido, ¿de qué modo están encarando el problema de la subida constante del precio de la electricidad?
No somos una industria electrointensiva pero sí hemos realizado una estimación de lo que nos puede suponer de cara al año que viene este incremento de la luz que venimos soportando en los últimos meses.
¿Y qué dicen esos datos?
Que el coste energético del año que viene se podría incrementar entre un 20% y un 25%. En este sentido, estamos trabajando en la posibilidad de una futura planta fotovoltaica que nos podría ayudar con el autoconsumo para paliar y reducir el impacto de este tipo de costes.
Siempre se tiene la sensación de que la empresa ha de estar reinventándose permanentemente y adaptándose a los cambios a una velocidad de vértigo…
Ese es el reto que tenemos todas las empresas hoy en día, los entornos en los que nos toca movernos, que los expertos califican como entornos VUCA (Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad) y que en nuestro caso, afortunadamente, forma parte de nuestro adn. Es decir, ser más adaptables, ser más flexibles a las condiciones del mercado y siempre con el foco puesto en el cliente, que al final es el que nos marca la pauta.
Escuchar al cliente…
Eso para nosotros es algo básico, por descontado. Uno no puede desprenderse nunca de eso sino terminará perdiendo el foco. En esta línea, en Aratubo contamos con un departamento comercial que siempre solemos decir que puede ser una rara avis porque cuenta con mucha gente trabajando en ese día a día, muchos compañeros y compañeras que están en contacto directo con el cliente. Y realmente ese es uno de nuestros puntos fuertes, pues insisto: el cliente es el que nos marca el camino, el que nos lo ha marcado hasta ahora y el que nos lo marcará en el futuro.
¿Qué perspectivas para el futuro manejan en la compañía?
Lo que realmente esperamos es consolidar a Aratubo en mercados estratégicos para nosotros como el Norte y el Centro de Europa, pero también continuar con el mismo crecimiento sostenible que llevamos firmando en los últimos años.
Para pymes, para diversificar mercados, becas en el extranjero, licitaciones internacionales, subvenciones a fondo perdido para afianzar la exportación, ayudas para implantaciones o formación específica en internacionalización.
Te interesa ¿verdad?