Según el foro de trabajo Women in Manufacturing, impulsado hace prácticamente un año por la Unión Europea para tratar de revertir esta situación de injusticia social, está demostrado que el liderazgo de la mujer en momentos de crisis como la actual siempre termina ofreciendo mejores resultados, tanto a nivel institucional como empresarial. Sin embargo, la realidad de este grupo de trabajo ofrece otra cara para esa misma moneda, y es que la pandemia ha puesto de manifiesto también que su incidencia entre las mujeres profesionales de la industria ha sido mayor, en gran medida porque sus condiciones de trabajo en general son más precarias y porque han tenido que asumir una mayor carga de trabajo en las tareas domésticas y de cuidados familiares.
Sea como fuere, Euskadi y sus empresas y organizaciones están decididas a seguir revirtiendo esta situación, habida cuenta sobre todo del peso industrial en el PIB vasco. En este sentido, ejemplos como los de Cristina Oyón, Ana Santiago y Cristina Ortega constituyen, a día de hoy no ya solo el presente sino, sobre todo, el futuro para la próxima generación de mujeres que quieran continuar el legado industrial iniciado por estas tres embajadoras. Reunidas en torno a los micrófonos del programa Boulevard, en Radio Euskadi, Oyón, Santiago y Ortega analizan el papel de la mujer en un sector tan masculinizado como el industrial, desgranaron el contexto en el que históricamente ha tenido que desarrollar su labor profesional y aportaron algunas claves de futuro en torno, especialmente, a la tecnología, “base fundamental sobre la que va a pivotar el desarrollo de la industria vasca de los próximos años”, sugirió Cristina Oyón, Directora de Tecnología, Innovación y Sostenibilidad de Grupo SPRI, y desde hace 25 años ligada a la Política Industrial vasca. “Nos encontramos ante un momento muy importante para el desarrollo industrial vasco tras la pandemia, un modelo que exige una transformación muy importante para generar valor social, económico y medio ambiental. Y ahí el talento femenino va a resultar determinante, por eso tenemos que ser capaces de retenerlo y aumentar su presencia en este sector, donde solo contamos con un 30% de mujeres”, abundó la considerada por la Unión Europea una de las 20 expertas para asesorar en la estrategia industrial Europea 2030.
En parecidos términos se manifestaron sus compañeras Cristina Ortega y Ana Santiago. Para esta última, directora de la ingeniería Sisteplant, con sede en el Parque Científico y Tecnológico de Bizkaia y donde trabaja para más de 2.000 clientes y 200.000 usuarios de sus tecnologías en los cinco continentes, la confianza en una misma siempre ha constituido un factor determinante en el desarrollo profesional de cualquier mujer, a pesar de que el entorno en el que desee trabajar sea históricamente muy masculinizado. “Soy de la opinión de que si quieres, puedes. Las cosas están cambiando muchísimo y a veces somos nosotras mismas las que nos ponemos restricciones, por eso si realmente tienes vocación y si te gusta saber cómo se construyen las cosas o iniciar procesos de innovación, oportunidades hay… Tenemos que ser embajadoras de las siguientes generaciones, abrirles los ojos y demostrarles que la Industria no es un entorno desagradable ni hostil para trabajar, sino todo lo contrario”.
La ingeniera aeronáutica Cristina Ortega es otra prueba fehaciente de ello. Especializada en Vehículos Espaciales por la Universidad Politécnica de Madrid, actualmente es Directora de Espacio de AVS (Added Value Solutions), una ingeniería de Elgoibar que bien podría definirse como del futuro, pues concibe, diseña y crea aparatos complicados para operar en entornos tan complejos como el Espacio. Sin ir más lejos, esta pyme vasca participó recientemente en algunos componentes críticos del Rover Perseverance enviado a Marte por parte de la NASA, con la que este ingeniera despacha cada semana. “Que haya más o menos mujeres creo que responde a una cuestión cultural, un tema heredado de las generaciones anteriores. Comparto con Ana la fuerza de la voluntad, el si quieres, puedes, porque en mi caso siempre ha sido así. A pesar de formar parte de un sector muy masculinizado como el aeroespacial, nunca he tenido mayores problemas para encontrar oportunidades, que las hubo, las hay y las habrá. De modo que animo a todas las chicas a que estudien y apuesten por carreras de las llamadas técnicas; les garantizo que no van a encontrar más trabas que las que ellas mismas se metan en la cabeza”.
Este necesario cambio cultural también es otra de las claves sobre las que pivotará la normalización del sector, sugiere Cristina Oyón. A su juicio, es clave. “No puede ser que sigamos teniendo que autojustificarnos por ser, por ejemplo, la única mujer en una reunión. Esa no es la cuestión. Lo normal es que haya un entorno inclusivo en el que haya personas de todo tipo y no seas la excepción. ¿Que no pasa nada?, ¡sí que pasa!”, descarga la representante de SPRI ante la aprobación de su colega Santiago, consciente de la existencia de barreras y techos de cristal, pero también de una corriente social cada vez más sensibilizada con el entorno de la mujer. “Las cosas están cambiando afortunadamente y el movimiento de la sociedad es en este sentido imparable”.
En este punto de la conversación, y luego de un año marcado por no pocos contratiempos (coste de la luz, escasez de materias primas, falta de suministro, encarecimiento de la logística…) sale a la palestra el papel de la económica vasca. ¿Creen que estamos tan bien como nos están contando? Pregunta el periodista. La directora general de Sisteplant es la primera en contestar. “Veo las cosas con optimismo y es necesario crear ilusión. Hay muchas empresas que se están reinventando tras la pandemia para ser más robustos y sostenibles, y no debemos cometer el error de tener miedo. Euskadi siempre ha sido emprendedor y ese espíritu no debemos perderlo. Puede ser peligroso coger una ola de miedo, así que a pesar de que la economía son ciclos y es coyuntural, toca pico y pala, si no, no salimos”.
Para Oyón, la industria vasca “va bien preparada” para la crisis, lo que sin duda va a ayudar a salir. Sin embargo, Euskadi va a tener que aprender a trabajar en un entorno de mayor incertidumbre y para eso va a resultar imprescindible ser capaces de hacer llegar esta transformación industrial a las empresas, “una transformación donde vamos a necesitar contar con todo el talento posible de mujeres, especialmente en las carreras técnicas, que son las que van a cambiar el futuro”, advierte con la experiencia de quien acumula varias décadas de trabajo en políticas de investigación, desarrollo e innovación, gestión de fondos públicos y cooperación público-privada e internacional para buscar para Euskadi un impacto a largo plazo en el crecimiento económico y el bienestar, a nivel regional y europeo.
Desde AVS, por último, no contemplan el actual escenario ni en términos de optimismo ni lo contrario. Digamos que abogan por seguir la misma fórmula que les ha permitido, a pesar de la pandemia, seguir creciendo. “Nos ha tocado adaptarnos y además hacerlo a una gran velocidad. Es cierto que cuestiones como las del trabajo en remoto ya eran más o menos habituales, pero la pandemia nos ha exigido un esfuerzo enorme de posicionamiento por parte de todos para seguir siendo competitivos en los sectores estratégicos para nuestra actividad (programas de observación de la Tierra, telecomunicaciones, Espacio limpio…). Y es ahí donde estamos centrados para que a media que se vaya recuperando la situación, de nuevo la Industria vuelva a ser el motor de la recuperación”.
Para pymes, para diversificar mercados, becas en el extranjero, licitaciones internacionales, subvenciones a fondo perdido para afianzar la exportación, ayudas para implantaciones o formación específica en internacionalización.
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