La llamada Nueva Cultura Empresarial, esa nueva forma de hacer las cosas en el mundo de la empresa, hace ya veinte años que asomó en Euskadi impulsada, entre otros, por Adegi, que puso encima de la mesa los primeros programas de liderazgo. Hoy, con el devenir y la necesidad de los nuevos tiempos, esta filosofía vuelve a escena con un proyecto ambicioso. Un proyecto de presente pero sobre todo de futuro, y que dentro de unos meses verá la luz en el Parque Científico y Tecnológico de Gipuzkoa, con un espectacular edificio y bajo el prisma de un método genuino. El Metodo Fábrika, ha sido denominado. Abierto a todas las empresas del mundo y encaminado a mejorar, por no cambiar directamente, las reglas del juego que marcan el día a día de cualquier empresa para que ésta siga creciendo, reconoce a Grupo SPRI Juan Mancisidor, adjunto a director General de este proyecto.
“Cambiar las reglas del juego en el día a día de cualquier empresa”… ¿Qué hay más allá de eso, qué persigue realmente este Método?
Si reducimos una empresa a su expresión más sencilla, no deja de ser personas que colaboran con otras personas para conseguir algo. Y la manera en que lo hacen no es ni al azar, ni de forma casual, ni radicalmente diferente de un día a otro, ni como lo hace la empresa de al lado… Sigue unas determinadas reglas, unas reglas culturales propias de esa organización. Que muchas veces no se conocen y que seguro se pueden mejorar. Hablamos de procesos formales (cómo se definen los retos, cómo se comparte información, cómo se generan posibles soluciones, cómo se decide, cómo se planifica, cómo se ejecuta, cómo se aprende, cómo se gestiona el conflicto,…) y aspectos informales que nos afectan y mucho como personas (con quién tengo mayor afinidad, qué rol puedo jugar, qué estatus tengo en el equipo, qué poder ostento y cómo lo ejerzo,…). En el fondo estamos hablando de una suerte de innovación en los procesos de la empresa. El resultado final es que los equipos de la empresa elevan su nivel de rendimiento, alcanzando mejores resultados y con mayor bienestar de sus personas al mismo tiempo. Eso es lo que persigue el Método Fabrika. Parece algo mágico, un círculo virtuoso que se retroalimenta.
¿Y por qué de este Método ahora?
Porque ahora quizás ya nadie discute la necesidad del cambio cultural en las empresas. La mayor competitividad de los mercados, la constante incertidumbre que nos rodea y la apuesta por una empresa más humanista, pone la transformación cultural en el centro de la estrategia y el posicionamiento de cualquier empresa. Podemos abordar los nuevos retos de la transformación digital y la transición ecológica, pero si no revisamos la cultura organizativa desde la que lo hacemos, tendremos pocas posibilidades de ser verdaderamente exitosos.
¿El alcance del método está enfocado hacia un contexto únicamente regional?
Nosotros llevamos muchos años trabajando con la formación de líderes y el acompañamiento a sus equipos, de forma especialmente intensa en el caso de las empresas guipuzcoanas, pero está claro que la necesidad ahora transciende fronteras y que es de alcance universal. Y también incorporamos ahora una mirada sistémica de la organización, donde el cambio en una parte afecta a todas las demás. La transformación de la cultura de una organización no la puede realizar sola una persona por mucho liderazgo y poder que ostente, sino que tiene que contar con la participación de todas las demás, prestando especial atención a lo que sucede en y entre los equipos de trabajo.
Este proyecto, por lo que se ve, tiene mucho que ver con las personas y de un tiempo a esta parte, colocarlas en el centro de cualquier estrategia empresarial está muy bien pero comienza a dar síntomas de agotamiento, cuando no de cansancio… ¿Qué hay que hacer realmente para creer en el poder de las personas?
Pues en principio algo sencillo: creer genuinamente en ello. Fácil de decir, algo más complicado de hacer. Es verdad que el gran riesgo es dejarnos llevar por la moda y los discursos políticamente correctos, ya que hoy en día es difícil encontrar una empresa que no proclame que pone a sus personas en el centro, o que son éstas su activo principal. Y obviando casos más cosméticos o de lavado de imagen, probablemente sea cierto y bien intencionado. La clave es cómo se materializa todo esto en una empresa y cómo se pone en práctica. Y qué supone. Hay muchos aspectos del negocio que se resuelven mejor dejando trabajar y decidir a los equipos, apelando a la sabiduría colectiva, en vez de resolverlo solo desde un plano más individual. Pero en el Método Fabrika sigue habiendo ciertas lógicas de verticalidad y horizontalidad, permitiendo a la empresa ir adaptándose poco a poco en función de su necesidad, su ritmo y hasta dónde quiera llegar.
¿Se trata de un método que resulta válido para todas las empresas, con independencia de su tamaño, sector, actividad…?
Apelando a que vemos la empresa como un conjunto de personas que colaboran con otras personas para conseguir algo, sí, vale para cualquier tipo de organización. Nosotros trabajamos para mejorar cómo se relacionan las personas y los equipos entre sí y digamos que no es tan relevante cuál sea tu sector o actividad. El tamaño sí que afecta más, dado que en las empresas más pequeñas se puede trabajar con casi todas sus personas de manera directa. Pero a medida que aumenta el tamaño de la plantilla, tenemos que poner en marcha lo que llamamos la amplificación del cambio cultural, constituyendo equipos transversales donde trabajamos directamente con algunas personas elegidas para que luego amplifiquen la transformación en aquellas otras personas que se ven afectadas, pero con las que nosotros no podemos trabajar. Aplicamos la regla del 20/80, de manera que aproximadamente cada 100 personas de plantilla, tenemos que trabajar directamente con 20 de ellas, para que luego influyan en las otras 80.
Poniéndonos en situación, en un escenario real,¿cómo sería el proceso para una empresa que quiera dar este paso?
El proceso puede empezar de dos maneras. La primera es que el/la gerente se apunte al programa Líderes Concienciación para conocer a lo largo de cuatro meses toda la propuesta y la metodología de Fabrika, para decidir a su finalización si quiere continuar con su equipo. O bien que ese/a gerente se apunte directamente al programa Nueva Cultura Concienciación con su equipo directivo participando como un miembro más del mismo desde el principio. En ambos casos, se trabajará la toma de conciencia y motivación para el cambio, al tiempo que se profundizará en nuevo conocimiento sobre cómo hacerlo. Posteriormente se iniciarán nuevos programas en la etapa de Transformación propiamente dicha, donde se abordarán los procesos de equipo y se iniciarán nuevas prácticas y formas de hacer en la empresa. La transformación cultural es un viaje de largo recorrido.
¿Hasta qué punto este método puede garantizar resultados?
Lo que garantizamos es que el rendimiento del equipo va a mejorar y que se van a dar cuenta de cosas en las que ni siquiera habían reparado. Va a permitir innovar en los procesos de equipo y alcanzar mejores resultados aumentando el bienestar de las personas al mismo tiempo. No una cosa a costa de la otra, si no las dos a la vez. Cuánto se traduce luego en resultados económicos directamente atribuibles a todo ello es más complicado de medir, pero ya observamos que aumenta el atractivo de la empresa y reduce además la conflictividad, el absentismo o la rotación de personal. Lo que también vemos es que van ganando efectividad, afectividad y adaptabilidad a las cambiantes condiciones del entorno; resultando en una empresa más competitiva.
Todo esto forma parte de esa Nueva Cultura de la que las empresas guipuzcoanas, sobre todo, vienen haciendo gala en los últimos años…
Sí, llevamos años fomentando la Nueva Cultura entre las empresas de Gipuzkoa, transformando las empresas en proyectos compartidos basados en la confianza. Utilizando el símil del remo, solemos decir que generamos empresas-trainera, donde todas las personas reman juntas en una misma dirección. Hay otras corrientes mundiales que hablan de cosas similares con otros nombres y con las que nos sentimos alineados (empresas conscientes, empresas humanistas, organizaciones teal, …), pero la clave no está tanto en el qué sino en el cómo. En cómo se implanta todo esto en una organización. Eso es el hecho diferencial de este método.
Aún sin edificio ni sede física, el proyecto arrancó el pasado año con la participación de 70 empresas. ¿Qué objetivo persiguen para este año?
Fabrika arrancó en enero de 2021 coyunturalmente en las instalaciones de ADEGI. En ese primer año estuvimos trabajando con aproximadamente 70 empresas guipuzcoanas, que continúan en 2022 con su viaje de transformación cultural. Aún y todo esperamos incorporar otras tantas nuevas empresas este año para que inicien el camino. Y ya poder trasladarnos en enero de 2023 al nuevo edificio que estamos construyendo en Miramón con todas ellas y con algunas más que empezarán a venir desde el resto de Euskadi, territorio nacional o internacional.
Si tuviésemos que identificar un ingrediente, un elemento común para que una empresa pueda dar el paso y concluir con éxito este programa, ¿cuál sería?
Son muchos los ingredientes que están absolutamente interrelacionados para el éxito de la transformación cultural en una empresa: propósito inspirador, valores compartidos, bienestar de las personas, información transparente, comunicación efectiva, liderazgo transformador, participación en gestión y/o resultados,… Pero si me tengo que quedar con uno que condense y facilite todo lo demás sería la confianza. Si somos capaces de generar confianza y situarla en el centro de nuestras relaciones entre las personas de la empresa, todo lo demás será mucho más fácil de construir, generando un hecho cultural diferencial que se convertirá en nuestra principal ventaja competitiva en el tiempo.
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