La historia de Arteche es una historia de superación. Una apuesta de su fundador, Aurelio Arteche, por sacar adelante una empresa familiar en el entorno que le había visto nacer. Pero además, es una historia de emprendimiento que dio sus primeros pasos en un local de la calle Gordoniz de Bilbao, donde esta pyme producía transformadores de medida bajo licencia. De eso hace ya 76 años. Arteche se convirtió en Grupo y hoy abarca todo el sector eléctrico, desde la generación hasta el transporte y la distribución, explica su actual presidente y CEO, Álex Artetxe. Considerada una de las grandes del sector, cuenta con una plantilla de 2.500 personas en cuatro de los cinco continentes y trabaja en 13 factorías con capacidad de venta en 175 países. El pasado año facturó 282 millones de euros.
¿En qué punto diría que se encuentra la empresa en estos momentos?
Cumplimos 76 años con la ilusión del primer día, siendo una empresa que mantiene los valores familiares pero con presencia internacional, líder en el mercado de transformadores de medida y la número uno en el de relés auxiliares a nivel mundial. Estamos, además, en un sector clave en un momento vital: el sector de la energía es tractor para desafíos como la lucha contra el cambio climático y la transición energética.
¿Y con qué herramientas cuenta para afrontar ese reto?
Estamos presentes y vendemos en más de 175 países. Contamos también con 13 factorías en Europa, América, Asia y Oceanía, y somos un equipo de más de 2.500 personas en todo el mundo. Tenemos además seis centros dedicados a la investigación, ya que invertimos gran parte de nuestros esfuerzos personales y económicos (sobre el 3% de la cifra de negocio) a la innovación y al fomento del I+D+I. Todo esto nos permite defender una marca con reputación a nivel mundial.
¿Satisfecho con los resultados del Grupo en 2022?
Los resultados consolidados los publicaremos próximamente, pero sí que podemos adelantar que 2022 ha sido un ejercicio de crecimiento en el que hemos seguido asentando las bases de la compañía en todas las geografías. Los últimos datos públicos son los semestrales del pasado año (junio), donde obtuvimos un beneficio neto de 3 millones de euros, frente a los 1,7 del año anterior, y unos ingresos por valor de 156 millones de euros, que representan un crecimiento del 21,1% respecto al mismo periodo del año anterior.
¿Hasta qué punto les ha influido el convulso contexto internacional?
Las magnitudes financieras de 2022 las hemos alcanzado en un contexto de, efectivamente, elevada presión en los costes de materiales y logísticos, a lo que hay que añadir la situación macroeconómica derivada de la guerra en Ucrania y el impacto de la inflación.
En cualquier caso, en su forma de encarar el día a día no parece tener cabida la autocomplacencia, de ahí que estén centrados en un Plan Estratégico con el que quieren ser “más fuertes” y “más internacionales”… ¿Qué va a hacer falta para conseguir ese nuevo status?
Nuestro plan estratégico termina este año y estamos cumpliendo los objetivos. Al mismo tiempo, trabajamos para presentar el que será nuestro próximo plan. En la actualidad, estamos implantados en países como España, Estados Unidos, China, México, Australia, Turquía, Indonesia, Brasil y Argentina; somos internacionales desde hace décadas, pues es parte de nuestra misión y visión. Lo que nos posibilita aspirar a ser aún más fuertes e internacionales es la demanda del mercado de la energía. En diferentes puntos del mundo, como el mercado asiático, por ejemplo, hay necesidad de modernizar la red y adaptarla a la transición energética. En ese proceso somos un actor clave.
Como empresa de larga tradición familiar, y tras su salida a Bolsa el pasado mes de junio, ¿diría que han perdido algo de arraigo o de alma?
Tenemos un fuerte arraigo en el territorio y, sin olvidar nuestras raíces, generación tras generación, hemos ido evolucionando y
creciendo a nivel internacional. La salida a Bolsa fue un paso más en esa dirección. Fue una decisión muy meditada, tanto dentro como fuera de la familia, porque era un paso muy importante para la empresa. El objetivo de la familia, además, es seguir liderando el proyecto en el futuro, tal y como lo ha hecho hasta ahora. Por lo tanto, el arraigo, tanto a la familia como al territorio, está asegurado.
¿Qué balance hacen del primer año sobre el parqué bursátil?
Ha sido una herramienta para lograr el capital necesario para seguir generando valor, algo que repercute en todos los lugares en los que estamos. En ese escenario, Mungia y Euskadi siguen siendo una pieza fundamental para el presente y el futuro de Arteche.
Señalaba recientemente Andrés Sengadorta, presidente de Sener y del Instituto de Empresa Familiar (IEF), que uno de los grandes retos de este tipo de empresas es la captación de talento. ¿Para ustedes este asunto representa un problema de primer orden?
Estamos destinando grandes esfuerzos para presentar a la industria en general y a Arteche en particular como una opción atractiva para el talento joven. Participamos en diferentes iniciativas con las que visitamos centros educativos y de innovación para presentarnos y también recibimos a grupos de estudiantes en nuestras sedes para enseñarles qué hacemos. Cada vez se necesitan más perfiles técnicos y el número de jóvenes que cada año salen de las universidades es limitado. Hemos pasado de una situación en la que las empresas podían escoger a que seamos las empresas las que tenemos que ofrecer una propuesta de valor para sus carreras profesionales. Por lo tanto, efectivamente es uno de los grandes retos a los que nos
enfrentamos como sector y en Arteche tenemos a personal dedicado a esta tarea.
Una curiosidad para acabar. ¿Cómo se explica que el primer cliente de Arteche, logrado el año de su fundación (1946), no solo continúa siendo hoy con ustedes sino que es además uno de los más importantes?
Es algo que nos llena de orgullo. Actualmente, vamos de la mano con él en diferentes proyectos a lo largo del mundo, lo cual significa que hemos sido capaces de mantener los estándares de calidad durante toda nuestra trayectoria. Y el hecho de que sea un cliente muy exigente es algo que nos ayuda a crecer y mejorar.
Para pymes, para diversificar mercados, becas en el extranjero, licitaciones internacionales, subvenciones a fondo perdido para afianzar la exportación, ayudas para implantaciones o formación específica en internacionalización.
Te interesa ¿verdad?