Araba Domotic es una pyme con origen en Vitoria-Gasteiz que a comienzos de 2004 impulsó un vitoriano impetuoso, capacitado y visionario que quiso aplicar sus conocimientos de domótica en la actividad diaria de empresas y hogares. Veinte años después de su fundación, esta empresa ha sido galardonada con la medalla de bronce en el Concurso Nacional de Instalaciones Domóticas KNX, por el desarrollo y transformación de la Academia de la Ertzaintza de Arkaute (Álava) en un edificio sostenible, autónomo e inteligente. “Razones de peso para volver a situar a la domótica en el lugar que le corresponde en cuanto a políticas de ahorro y eficiencia energética”, explica el CEO de la compañía, Ioseba Martínez de Guereñu.
Háblenos de este último premio…
Es un premio que otorga la asociación KNX a las tres mejores instalaciones domóticas del Estado. Se realiza cada dos años pero a consecuencia de la pandemia, la última vez que se organizó fue hace cuatro años. Por tanto, en esta edición se han presentado más proyectos de lo habitual, por lo que tanto más ilusión nos ha hecho recibirlo, sin duda.
Puede resultar paradójico, pero es la primera vez que una crisis les beneficia…
Una crisis energética de orden mundial como la que estamos padeciendo significa que todo aquel sector que se dedica a ahorrar energía o generar energía renovable le va a ir bien, y nosotros justamente trabajamos en esos campos, en el de la eficiencia energética, las energías renovables y la movilidad eléctrica. En este caso, la domótica es y va a ser una figura importante sobre la cual va a pivotar la descarbonización de los edificios. Somos un sector donde, además, conseguimos contribuir con el medio ambiente, cosa que por otro lado nos hace especial ilusión.
¿A qué suena hoy la domótica?
Cuando comenzamos hace dos décadas es cierto que tenía un punto demasiado cool que convertía en esta tecnología en algo muy selecto, poco accesible. Pero hoy en día, afortunadamente, eso se ha democratizado. Y, por tanto, hoy diría que domótica suena a progreso, ahorro y tranquilidad.
¿La percepción de que es “muy cara” se ajusta a la realidad?
Hay sistemas para todos los gustos y, por tanto, para todos los bolsillos. Si hablamos del sector residencial hoy en día, por ejemplo, para un piso de 80 ó 90 metros cuadrados, por 1.500 ó 2.000 euros tienes integrados en el móvil la calefacción, las luces, las persianas, sensor de incendio, humedad e intrusión.
La domótica da la sensación de ser la ‘hermana pequeña’ de las grandes revoluciones tecnológicas…
Es verdad, todo ha evolucionado mucho pero la domótica a pesar de estar desde hace mucho tiempo en el mercado parece que no termina de despegar. En el ámbito residencial es cierto que en Euskadi está costando más. En Madrid, por ejemplo, la gran mayoría de las viviendas nuevas que se construyen van implementadas con sistemas domóticos. Nosotros, en cambio, en el ámbito terciario estamos más acorde con los tiempos que corren y en Vitoria-Gasteiz en concreto mucho más. La sensibilidad que aquí tenemos para con el medio ambiente nos hace ser parte fundamental de los proyectos en edificios. Todos los centros cívicos de la ciudad llevan nuestra firma.
¿En qué se parece la empresa que fundó en 2004 a la de hoy?
En la motivación, las ganas y la ilusión. Es un tópico pero en este caso se cumple. Todo esto sigue intacto, ahora bien, los conocimientos no son los mismos, la experiencia es un grado y en el área tecnológica en el que nos movemos mucho más. Ofrecemos más y mejores servicios que cuando arrancamos.
Dos cataclismos importantes por el camino, crisis de materias primas, de energía, una Guerra… ¿Con todo eso por el camino, ha merecido la pena?
Cuando parecía que dejábamos atrás la crisis de 2008 y volvíamos a niveles de facturación y de carga de trabajo muy buenos llegó la pandemia. Después, cuando parecía que volvíamos a poner velocidad de crucero llega la guerra de Ucrania con todas sus vertientes. Lo que quiere decir que tenemos que valorar mucho lo que tenemos y seguir trabajando y peleando porque uno no sabe lo que puede venir mañana. Merecer la pena siempre merece la pena andar un camino, por muy duro que sea. Siempre hay cosas positivas en el trayecto, siempre encuentras buena gente y buenas experiencias con las que quedarte.
¿Dónde le gustaría ver a su empresa en el corto-medio plazo?
Cuando una persona crea un proyecto, la motivación de crecer siempre ha de ser la máxima. En mi caso no va a ser menos pero con los pies en el suelo. A mí siempre me ha gustado ir trabajando como las hormiguitas, poco a poco y con pasos firmes. En el futuro queremos vernos como lo que somos ahora mismo, un referente en la ciudad en cuanto a la domótica se refiere. Pero siempre se puede mejorar y crecer, nuestro anhelo es que siempre que se vaya a realizar una obra en la ciudad que lleve algún tipo de automatización se piense en nosotros. Eso querrá decir que estamos bien colocados en el mercado.
Para pymes, para diversificar mercados, becas en el extranjero, licitaciones internacionales, subvenciones a fondo perdido para afianzar la exportación, ayudas para implantaciones o formación específica en internacionalización.
Te interesa ¿verdad?