El sector sanitario es uno de los sectores con mayor consumo de recursos (agua, energía, alimentación, materias primas, productos terminados, etc.) debido a la alta demanda del servicio, en gran medida, por el envejecimiento de la población, y, en particular, este último año, por la pandemia generada por la COVID-19. Estos hechos impactan, inevitablemente, en la sostenibilidad ambiental, sobre todo, por el alto volumen de residuos que se generan por el uso de productos de un solo uso, como, por ejemplo, guantes, jeringas, residuos radiactivos, pruebas, fármacos… De hecho, se calcula que en un hospital de gran tamaño la cifra anual de residuos puede ascender a 2.000 toneladas.
En este contexto, nace Healcier, un proyecto europeo enmarcado en el Programa INTERREG POCTEFA, y liderado por Azaroa Fundazioa, la entidad de desarrollo local ubicada en Markina Xemein (Bizkaia), que acumula un recorrido de 20 años potenciando el tejido empresarial de la comarca de Lea-Artibai. La fundación trabajará junto al Instituto de Investigación Sanitaria Biocruces Bizkaia, Navarrabiomed, AIN (Asociación de la Industria Navarra), y ESTIA (Ecole Supérieure des Technologies Industrielles Avancées) en este proyecto de un año de duración que persigue mejorar la competitividad de la cadena de valor de la asistencia sanitaria mediante la implantación de los principios de la economía circular.
Cuatro fases para culminar el proyecto
El proyecto, que comenzó el pasado 1 de junio, se articula en cuatro fases que inicia con el establecimiento de la metodología y, tras realizar un diagnóstico y un mapa de oportunidades, finaliza con el desarrollo de soluciones concretas. Así lo explica Ainhoa Arrizubieta, la directora de Azaroa Fundazioa: “Primero, junto a las entidades que completan el proyecto, se ha elaborado una metodología que sirve como hoja de ruta para comenzar a trazar el diagnóstico que recogerá las oportunidades que brinda aplicar la economía circular en los centros sanitarios”.
Tras establecer la metodología, se activará una segunda fase, en la cual aplicando esta hoja de ruta se pretende elaborar dicho diagnóstico de oportunidades y potencialidades de la economía circular en cada uno de los centros participantes en el proyecto. “Tener identificadas las oportunidades concretas para cada caso permitirá a las empresas que conforman la cadena de valor desarrollar nuevos modelos de negocio o actividades alineados con la economía circular, es decir, modelos más eficientes y eficaces desde una óptica sostenible”, apunta Arrizubieta. Y ahí es donde comienza la tercera fase, que, según la directora de la fundación, “es el momento donde se elaborará un mapa de oportunidades para desarrollar estas nuevas actividades y modelos identificados en la fase anterior, para después, en una última fase, valorar las posibilidades reales de desarrollo de éstas y potenciar las alianzas y colaboraciones con otras empresas para generar y aplicar soluciones concretas en cada caso”.
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