En la localidad armera de Eibar se asientan los cimientos de un diseñador y fabricante de utensilios de cocina que acumula 114 años de trayectoria y que, de momento, vende en 31 países y exporta el 95% de su producción. “Medio mundo ya nos conoce; el otro medio ya nos conocerá”, avisa Alberto Ahedo desde la sede de BOJ Global, acero y estilo a partes iguales cuya creación más notable data de hace medio siglo, el mítico sacacorchos El Búho, catalogado como uno de los 250 objetos más importantes en la historia del diseño industrial en España, exhibido en el Museo Reina Sofía e incluso en el icónico Moma de Nueva York.
Empeñados en seguir conquistando el mercado, BOJ acaba de cerrar un acuerdo con la desaparecida Fagor para incorporar a 65 profesionales de su antigua red comercial para que sigan vendiendo sus productos en el mundo. El reto que tienen por delante es, cuando menos, ambicioso: duplicar en los próximos cinco años su facturación hasta los 55 millones de euros y crear 40 nuevos puestos de trabajo.
¿Quién tuvo la culpa de BOJ?
Tres fenómenos de Eibar como Manuel Barrenechea, Bernardo Olañeta y Vicente Juaristi, que en 1905 fundaron la empresa bautizándola con las iniciales de sus apellidos (BOJ).
Nacieron como fabricante de sencillas piezas de metal (hebillas de cinturón, insignias de fútbol, medallas…) y siguen hoy en la brecha como una marca consolidada y reconocida en medio mundo. ¿Cómo se llega hasta aquí?
Con mucha capacidad de adaptación, sin duda. Ése ha sido un factor clave a lo largo de nuestra historia, lo mismo que el hecho de que hemos sido siempre una empresa con un tamaño no muy grande. Eso también nos ha influido de forma positiva, sobre todo en la época de crisis profundas , donde debido a nuestro tamaño hemos podido adaptarnos al entorno de una forma más ágil y flexible. Y un tercera clave para explicar nuestra trayectoria diría que ha sido la presencia histórica de una capacidad de iniciativa y de innovación muy grande.
¿Esto en qué se traduce desde un punto de vista de crecimiento en el futuro?
Ahora mismo nuestra mente está puesta en la expansión de la empresa en el ámbito internacional y consolidarnos en otras gamas de producto que son nuevas para la empresa, según recoge nuestro plan estratégico.
Cuando hablamos de utensilios para uso profesional y doméstico, ¿cuántos productos contempla el portfolio de la empresa?
Básicamente tres familias de producto, centradas en el mundo del sacacorchos y el del vino, que es la familia por la cual somos más conocidos. En el mundo de la hostelería destacan los abrelatas industriales y luego estamos incorporando el menaje doméstico, los pequeños aparatos electrodomésticos, donde a nivel internacional acabamos de lanzar una línea de electrodomésticos mayores o de línea blanca.
Su producto más reconocible es el mítico sacacorchos en forma de búho, ¿cómo surgió o a quién se le ocurrió?
Se le ocurrió en 1932 al diseñador industrial David Olañeta y es, sin duda, el producto más emblemático de la compañía con no pocos reconocimientos mundiales debido a su particular diseño industrial. Se trata de un sacacorchos de doble palanca y espiga fresada cuyo diseño está patentado. Es fiable, seguro, duro, exacto y, sobre todo, funcional, muy funcional.
¿Y el parecido con el animal, a qué se debió?
El parecido vino después del diseño, cuando supongo que se dieron cuenta del gran parecido que tenían sus dos remaches on los grandes ojos de esta rapaz nocturna…
¿Cuántos han vendido?
Uff, imposible de calcular. Quizá millones en el Estado y en los mercados internacionales a donde exportamos. Ahora mismo estamos presentes en el mercado ibérico (España y Portugal) pero también en Francia, Alemania, países del norte de Europa hasta Rusia, Estados Unidos y también tenemos presencia en algunos países latinoamericanos. Quizá donde aún no sea fácil encontrar un sacacorchos tipo búho sea en Asia, donde acabamos de empezar a tener una actividad comercial.
No fue el de El Búho el único diseño de Olañeta para la posteridad…
Es verdad. En 1954 desarrolló también el sacacorchos de pared, un artilugio fantástico que aún se utiliza en muchas sidrerías de Euskadi, Asturias y Cantabria.
¿Dónde está su competencia?
Básicamente en algunos fabricantes chinos, que periódicamente tratan de copiarnos los sacacorchos de mano, pero al final las diferencias de calidad son más que notables. Aunque se trata de un producto con un coste no muy elevado la realidad es que los acabados y los detalles son de tan nivel que, de algún modo, nos permiten estar a salvo de los grandes falsificadores.
¿Hasta qué punto su actividad, especialmente la ligada a los sacacorchos, dependen del consumo de vino teniendo en cuenta que los registros son cada vez menores?
Aun siendo cierto que la caída en el consumo es una realidad, a nosotros no nos ha afectado tanto en la medida que nunca hemos realizado producciones masivas de este producto ni hemos invadido el mercado. Se trata de un producto muy de nicho de mercado en ciertos países que pese a todo continúa teniendo un fuerte tirón, lo cual nos hace pensar que aún tenemos mucho ámbito para crecer.
¿Por qué continúan fabricando en Eibar en lugar de virar su brújula hacia países del entorno asiático, por ejemplo?
Nunca hemos pretendido ser el número en volúmenes de venta en ninguna parte sino que nuestra obsesión siempre ha sido fabricar un producto con un altísima estándar de calidad, con valor añadido y con un fuerte apego en las tres generaciones que han estado al frente de la compañía con un fuerte arraigo en Eibar . A partir de ahí nos hemos centrado en desarrollar productos de calidad sin prestar atención a otra forma de hacer que quizá hubiera hecho que la filosofía de la empresa hubiese sido totalmente distinta.
Para pymes, para diversificar mercados, becas en el extranjero, licitaciones internacionales, subvenciones a fondo perdido para afianzar la exportación, ayudas para implantaciones o formación específica en internacionalización.
Te interesa ¿verdad?