Tras más de 3 años de trabajo y una inversión de 4,5 millones de euros, el proyecto Repapel llega a su fin con el logro de transformar varios residuos generados en el seno de la industria papelera en recursos y materias primas para su uso en el propio sector y en otros como la construcción, el tratamiento de aguas y la industria química. Entre los principales resultados se encuentran productos con una huella de carbono menor, gracias a la sustitución de materias primas vírgenes o no renovables, o la absorción del CO2 en el propio producto.
“Los trabajos de esta investigación colaborativa dan un paso más en el desarrollo de una economía cada vez más circular que atienda a las necesidades actuales del planeta”, aseguran desde la dirección del proyecto, y añaden que “es un nuevo paso para afrontar el reto del vertido cero con la búsqueda de alternativas a las vías convencionales de valorización, un aspecto fundamental para cumplir los objetivos de competitividad y sostenibilidad marcados desde la Unión Europea”.
Con el apoyo del Gobierno Vasco, a través del programa Hazitek del Grupo SPRI, y del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), la iniciativa dio el pistoletazo de salida en 2021 y desde el inicio se ha centrado en actividades de investigación industrial y en el desarrollo experimental en tres áreas principales. En primer lugar, se ha evaluado a escala de laboratorio el rendimiento de tecnologías de extracción de materias primas y de tratamiento de residuos generados en los procesos de producción de la pasta y el papel. En segundo lugar, se ha evaluado la viabilidad de nuevos productos industriales, partiendo de las materias primas obtenidas en los procesos de extracción y tratamiento. Y, por último, se ha trabajado en el diseño de una herramienta de apoyo en la toma de decisiones en la gestión de subproductos papeleros.
De esta forma, ha sido posible formular y testar nuevos productos industriales basados en materias primas recicladas. Entre otras cuestiones, se han realizado ensayos para la construcción con hormigones prefabricados a partir de cenizas carbonatadas y lodos calizos; o se ha validado la lignina (compuesto orgánico básico de los tejidos leñosos de las plantas) como base para el diseño de procesos químicos utilizados en el tratamiento de aguas y la limpieza industrial. En definitiva, explican, “en términos ambientales y de economía circular se incrementa de manera notable el reciclado y la materia prima renovable, permitiendo un uso más eficiente y restrictivo de las materias primas vírgenes”.
“Algo muy positivo de este proyecto es que ha integrado toda la cadena de valor actual, que va desde los propios fabricantes de pasta y papel hasta las empresas de tratamiento de residuos e industrias transformadoras del sector químico, pasando por las ingenierías o las empresas de construcción”, explican.
Bajo el liderazgo de la empresa vizcaína Ondoan, dedicada a desarrollar servicios de ingeniería, ha trabajado un consorcio formado por 11 empresas referentes de los sectores de papel, construcción, agua y químico: Smurfit Kappa Nervión, Zubialde, TSK, Ekotek, Agaleus, Campezo, Asfaltia, P. Etxeberria, Feralco y Biosyncaucho. Además, ha contado con el apoyo de los clústeres Aclima, el clúster vasco de medio ambiente, y el Clúster de Papel de Euskadi; y los centros tecnológicos Tecnalia y CEIT, ambos miembros de la alianza BRTA.
El Grupo SPRI impulsa la I+D de las empresas vascas con herramientas, activos, ayudas, grupos de trabajo y alianzas con el fin de potenciar la investigación y generar nuevas tecnologías. Consulta los programas de ayuda a la I+D como Elkartek, Emaitek o Hazitek.
Para pymes, para diversificar mercados, becas en el extranjero, licitaciones internacionales, subvenciones a fondo perdido para afianzar la exportación, ayudas para implantaciones o formación específica en internacionalización.
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