La Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996 definió la seguridad alimentaria como una situación en la que todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfacen sus necesidades energéticas diarias y preferencias alimentarias para llevar una vida activa y sana. “Si bien esa definición es mucho más amplia, es verdad que, en nuestra sociedad desarrollada, cuando hablamos de seguridad alimentaria, sobre todo nos centramos en la inocuidad de los alimentos, es decir, en que los alimentos que ingerimos no causen daños sobre nuestra salud”, explica Malen Sarasua, investigadora y responsable del Centro Lácteo Leartiker.
La Red Vasca de Ciencia, Tecnología e Innovación (RVCTI) acreditó a la entidad de Markina (Bizkaia) como centro tecnológico el pasado mes de mayo. Además, Leartiker, que está especializado en tecnología de alimentos y polímeros, se unió a Basque Research and Technology Alliance (BRTA) en julio. En este tiempo, la apuesta de Leartiker por el desarrollo tecnológico como una herramienta esencial para la mejora competitiva del tejido empresarial vasco sigue afianzándose, con trabajos como el proyecto TECAM, ‘Tecnologías disruptivas para garantizar la seguridad alimentaria’, que lidera desde finales de 2021.
El objetivo de este proyecto financiado por el programa Elkartek es «investigar nuevas soluciones tecnológicas de monitorización y control de alérgenos alimentarios y microorganismos patógenos para garantizar la seguridad a lo largo de toda la cadena de valor alimentaria”, explica Sarasua. Para ello, “se van a investigar tecnologías disruptivas de análisis rápido a través de sistemas basados en microfluídica digital e inteligencia artificial que permitan generar modelos para obtener un dispositivo de detección portable e in situ de alérgenos y patógenos”.
La importancia está justificada: las enfermedades transmitidas por los alimentos, generalmente de carácter infeccioso o tóxico, son causadas por bacterias, virus, parásitos o sustancias químicas que penetran en el organismo a través del agua o los alimentos contaminados. “No hay que olvidar que incluso pueden causar discapacidad persistente y muerte. Se estima que cada año enferman en el mundo unos 600 millones de personas (en Europa casi 1 de cada 10 habitantes) y 420.000 mueren por ingerir alimentos contaminados”, remarca Sarasua.
Para evitarlo, las empresas del sector agroalimentario tienen la obligación de implantar un sistema para asegurar la calidad de sus productos desde el origen hasta el producto final. Para ello se define un plan que analice, gestione y controle los peligros (biológicos, químicos y físicos). “El proyecto supone una gran ventaja frente a la realización de análisis siguiendo los métodos tradicionales de laboratorio, ahorrando tanto tiempo como dinero”, afirma la investigadora. Uno de los avances será precisamente que las muestras no tengan que pasar por el laboratorio: “Las soluciones que existen actualmente en el mercado para el control y la detección de alérgenos y patógenos dificulta y ralentiza la posibilidad de realizar una detección rápida in situ debido a ese envío de muestras».
Además, el dispositivo será 4.0, “dado que tendría en la nube un control basado en modelos predictivos de inteligencia artificial que generen alarmas relacionadas con la calidad de los alimentos validadas, de forma que se puedan tomar decisiones determinantes y rápidas relacionadas con la seguridad de los productos durante su procesado y evitar comprometer la seguridad de los consumidores”.
En el proyecto, que previsiblemente finalizará en el primer semestre de 2023, junto a Leartiker trabajan el centro tecnológico CEIT y la Universidad de Deusto. Además, el proyecto ha sido apoyado desde su inicio por la Fundación Vasca para la Seguridad Agroalimentaria Elika, el Clúster de Alimentación de Euskadi y la asociación de pastores Artzai Gazta.
El Grupo SPRI impulsa la I+D de las empresas vascas con herramientas, activos, ayudas, grupos de trabajo y alianzas con el fin de potenciar la investigación y generar nuevas tecnologías, con programas como Elkartek, Emaitek o Hazitek, cuya información puedes obtener aquí.
Para pymes, para diversificar mercados, becas en el extranjero, licitaciones internacionales, subvenciones a fondo perdido para afianzar la exportación, ayudas para implantaciones o formación específica en internacionalización.
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