Agustín J. Saenz, de Tecnalia: “Tenemos que tener la capacidad de transformar problemas no tecnológicos en soluciones basadas en la tecnología”
La corporación tecnológica Tecnalia agrupa a cerca de 1.500 trabajadores en sus distintas sedes repartidas por todo el País Vasco, Zaragoza, Cádiz o Madrid. También mantiene oficinas y equipos de trabajo en países como Colombia, Ecuador, Brasil, Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, México, Serbia, China, Japón o Emiratos Árabes Unidos. Precisamente, su vocación internacional le ha llevado a convertirse en la entidad que ha impulsado más proyectos de la Unión Europea en relación con su número de empleados. De entre más de 22.000 organizaciones, empresas, ingenierías y centros de investigación del viejo continente, Tecnalia lidera este ranking. Tan solo el año pasado consiguió la aprobación de 70 proyectos de la UE, muchos de ellos vinculados con la Industria 4.0.
La corporación Tecnalia se estructura en diferentes divisiones. La más grande, que abarcaría cerca de un tercio de los recursos humanos y financieros, es la de Industria y Transporte. Otro tercio lo compartirían Energía y Medio Ambiente. La última parte estaría formada por las divisiones de Construcción Sostenible, Salud e ICT (‘software’ y telecomunicaciones). Más allá de estas divisiones de I+D, Tecnalia también posee laboratorios para el ensayo, certificación y homologación.
Charlamos con Agustín J. Saenz, director de la división de Industria y Transporte de Tecnalia y uno de los referentes a nivel europeo en todo lo que tiene que ver con la Industria 4.0. Es miembro del Comité Asesor del Consejo Vasco de Ciencia, Tecnología e Innovación.
¿Qué significa la Industria 4.0 dentro de Tecnalia?
Industria 4.0 ha sido el ariete de una transformación digital que ahora está llegando a todos los sitios, más allá de la industria. Hoy vemos como en el sector energético tiene mucha importancia la captación de datos para optimizar los consumos, o como en el ámbito de la Salud se pueden emplear tecnologías como la inteligencia artificial para descubrir patrones en enfermedades o analizar imágenes de radiografías para detectar dolencias. Tecnologías y usos que se vinculaban en un principio a la Industria 4.0 han trascendido a ella.
¿Por lo tanto, la transformación digital es algo dinámico que sigue evolucionando?
Industria 4.0 ha trascendido del planteamiento inicial que hizo Alemania hace unos años. Ya no se trata tanto de tecnología y su aplicación, sino que hay herramientas como la captación y el análisis de datos que están transformando las propias organizaciones y los modelos de negocio. Se están rompiendo los eslabones de la cadena de producción. Hace unos años, uno de los elementos fundamentales de la industria eran los robots y los fabricantes de robots. Sin embargo, un día, el fabricante de las pinzas que se colocan a ese robot, y que hasta ese momento no tenía un papel destacado en la cadena de producción, decide que si coloca unos sensores en esas pinzas y es capaz de medir y captar cierta información, puede ofrecer un servicio añadido a sus clientes. Dota de inteligencia a esa garra aplicando sensores que generan información, esos datos se van a la nube y luego pasan a un algoritmo de análisis para ofrecer soluciones. En ese momento, el fabricante del robot pasa a un lugar secundario en la cadena de producción y el que fabrica la pinza adquiere el protagonismo. Y eso es lo que está sucediendo ahora con diferentes modelos de servitización.
¿Los datos van a ser la clave de los futuros procesos de digitalización?
Una cosa es captar datos y otra cosa es dar una ventaja competitiva al que los usa. Con una cierta inercia se ha llevado a poner primero la capacidad de captura de datos antes que saber para qué queremos utilizarlos. Lo suyo sería que antes de comenzar cualquier analítica de datos se definiera qué se quiere mejorar u optimizar y, partiendo de esa información, habría que decidir qué hay que monitorizar. Los datos relevantes tienen su importancia y, de hecho, hace poco he visto por primera vez como un fabricante vendía un producto a cambio de euros y terabytes. Ofreces un producto más barato a cambio de poder monitorizar su actividad de cara a mejorarlo y podérselo ofertar a otros clientes. Esa puede ser una tendencia.
¿Cuál cree que es la tecnología habilitadora que puede tener mayor repercusión en la Industria 4.0 y en los procesos de digitalización?
La que de verdad aporta valor es la que tiene que ver con el análisis de datos y más concretamente la inteligencia artificial. Los algoritmos son los que convierten carbono en diamante. Convierten datos en información relevante. Está claro que para obtener esos datos necesito de sensórica, IoT, conectividad, almacenamiento en la nube, etc, pero son solo herramientas. El verdadero valor es la inteligencia artificial. Además, la IA es una tecnología muy transversal a todos los sectores ya que se puede emplear en ámbitos como la Salud, etc. El cambio que va a suponer el que las cosas y los componentes puedan tomar decisiones por sí mismos en base a la inteligencia artificial, va a ser un salto impresionante.
¿Cómo predecís en Tecnalia qué tecnologías pueden ser las más disruptivas de cara al futuro?
Tenemos un grupo de investigadores que analizan en qué tenemos que estar especializados dentro de tres años. Para ello hace falta indagar en tecnologías, pero, sobre todo, en las necesidades que van a tener las empresas. Las compañías pueden detectar los problemas que van a tener de aquí a dos años, pero no las soluciones. Nosotros tenemos que tener la capacidad de transformar esos futuros problemas no tecnológicos en soluciones basadas en la tecnología. Lo más difícil es detectar cuándo el mercado está maduro para lanzar nuestras soluciones. Hay soluciones que teníamos desarrolladas hace cuatro años y que en su momento no funcionaron y que ahora se están implementando. El éxito de estas soluciones no depende solo de la tecnología, sino que depende del mercado, de la normativa y de otras cuestiones. Es como el vehículo eléctrico o el coche autónomo. Están ahí desde hace tiempo, pero no terminan de despuntar.
¿Cómo se puede afrontar este reto relacionado con la madurez del mercado?
Yo creo que habría que financiar el riesgo. No financiar la tecnología, sino financiar a la gente o a las empresas para que prueben tecnologías emergentes. En Estados Unidos el porcentaje de ‘early adopters’ tecnológicos es muy grande y eso dinamiza el sector. La capacidad de vender cosas que no están casi probadas es enorme y nosotros, aquí, no tenemos esa filosofía. Tan importante es tener capacidad de desarrollo tecnológico como tener ‘early adopters’. Cualquier empresa del mundo puede adquirir tecnología, pero la ventaja diferencial es probar tecnologías que aún no están en el mercado y que pueden marcar la diferencia. Pero las empresas no quieren experimentar. Todos dicen que prima el error, que el fracaso es parte del viaje, pero no quieren arriesgarse con la tecnología. En Euskadi hemos sido ‘early adopters’ en la parte industrial, pero quizás el Gobierno debería de incentivar o subvencionar a las empresas para que experimenten y arriesguen con tecnologías en desarrollo.
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