La acuicultura, aunque se trate de una práctica ancestral según varios expertos, experimenta un auge en la actualidad debido a su potencial como alternativa a la pesca comercial extractiva, la cual se encuentra en niveles de explotación alta o en sobreexplotación. Sin embargo, el cultivo de especies animales acuáticas también tiene impacto medioambiental y puede contaminar los ecosistemas. De hecho, el sector se ha industrializado en las últimas décadas a pasos agigantados. A nivel global, en 40 años ha pasado de suministrar el 5% del pescado a suponer el 46% de la producción, según los últimos datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), referentes a 2018.
Con el fin de garantizar la sostenibilidad del sector el centro tecnológico AZTI, miembro de la alianza BRTA, lidera desde 2018 el proyecto europeo LIFE AQUAPEF, una iniciativa que persigue el desarrollo de tecnologías para calcular, verificar y comunicar el impacto ambiental de los productos acuícolas en el Mediterráneo de acuerdo con la metodología europea de Huella Ambiental de Producto.
“La UE está desarrollando una metodología orientada a evaluar el impacto ambiental de cualquier producto o servicio: la huella ambiental de producto. AQUAPEF surge ante la necesidad de facilitar al sector la aplicación de este nuevo marco regulatorio a través de una herramienta sencilla que haga posible a los acuicultores calcular y verificar el impacto ambiental de sus productos”, asegura Saioa Ramos, investigadora del área de Procesos Eficientes y Sostenibles en AZTI y responsable del proyecto. La herramienta, sin embargo, no se limitará a calcular el impacto, sino que permitirá además identificar las causas y los orígenes de este, de manera que se facilite la toma de decisiones basada en criterios ambientales.
Un tercer objetivo de gran relevancia en este proyecto es el de habilitar mecanismos de comunicación más eficientes, tanto entre las empresas que forman el sector, como entre los productores y el consumidor final. Así pues, están analizando diferentes sistemas de difusión, que permitan, tal y como apunta Ramos, “mejorar el posicionamiento de aquellos productos acuícolas que presenten mejores condiciones de sostenibilidad. Es necesario llevar a cabo iniciativas enfocadas a cuantificar, mejorar y comunicar el grado de sostenibilidad de los alimentos y las bebidas que ingerimos para promover una producción más sostenible y un consumo más responsable”.
El desarrollo ya ha sido validado en la producción de dorada y lubina llevada a cabo por tres de las empresas de acuicultura socias del proyecto: la española Culmar y las griegas Skironis y Forkys. Además de estas y el propio centro tecnológico, el proyecto, que culminará a finales de este año, cuenta con la participación del centro tecnológico griego HCMR, la Universidad de Lovaina (Bélgica) y la empresa española de desarrollo de software INGENET.
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